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lunes, febrero 29, 2016

400 millones

- En serio, tengo 400 millones en el banco - le decía Leonardo Di Caprio a una húngara que acompañaba a una delegación, quienes terminaron ganando un Oscar a Mejor Pelicula Extranjera esa noche.

Ella no había visto tantas peliculas de Leonardo como para considerarlo una celebridad. En general no miraba películas y no tenía televisor. Vivía en una neo comunidad hippie con jóvenes burgueses de todas las nacionalidades a pocos kilómetros de Szentes. Sus padres de origen irlandés le pusieron Aelish. En esa comunidad vivían 2 alemanes, 3 italianos, 5 húngaros y un uruguayo: yo.

Yo había pasado las mil y una en Uruguay. Traté de vivir de las artesanías, pinturas, tocar la guitarra en ómnibus y mil cosas más vinculadas al arte pero no había caso: Uruguay no me quería. Uno de los primeros días de invierno de 2014 estaba tirado en la plaza Bellán, absolutamente rendido. No sabía que hacer. El cielo, de un fuerte celeste, se me aparecía más bien monocromático, de tener los ojos cerrados tanto rato. En algún momento, el sonido de la plaza me empezó a desplazar a otros lugares donde no había que preocuparse por consumir y toda la boludez de ahora. Me sentía tranquilo, desestresado. En medio de este viaje me tocan el brazo y, al abrir los ojos, veo el rostro más blanco que jamás había visto: unos ojos tipo anime bien abiertos, redondos y marrones; labios gruesos sin ser exagerados; mejillas ruborizadas y una voz que en un vago español me dice:

- ¿Estás bien?
- cjmm!!! - escupí. Si, estoy bien.
- Estabos como desmaiada.
- No, estaba viajando nomás.
- ¿Cómo?
- Nada, estoy bien. Gracias. ¿Querés ir a comer unos bizcochos?
- No entiendo bizcocho. Le hice el gesto con la mano como de comer y ahí entendió.

Luego de ir a la panadería, nos sentamos en un murito de Freire y conversamos largo rato. Hacíamos lo que podíamos para comunicarnos ya que su español era por momentos muy bueno y por otros harto precario. Al menos llegué a comprender que era una persona con problemas como yo, que se había ido de su Szentes natal para conocer gente nueva y costumbres nuevas. También supe que se llamaba Aelish y que era fanática de Rutger Hauer. Me enamoré enseguida.

Estaba dispuesta a seguirla a todas partes, asi que cuando me dijo  que unos amigos suyos se iban a pocos kilómetros de Szentes a formar una comunidad libre, me fui con ella. Dejé mi trabajo y con la liquidación pagué el pasaje. Chau Uruguay.

Hasta hoy vivimos bárbaro. Es todo un poco insalubre para mi pero la llevo bien con la Aelish a mi lado. Hacía cerca de un mes que la madre la había llamado y le había comunicado que estaba invitada para la entrega de los Oscar porque la pelicula en la que ella actuaba había sido nominada y quería que Aelish fuera con  ella. Aelish de mala gana aceptó y fue. Creo que aceptó porque en el fondo se siente mal por haberla abandonado años atrás y viajar por el mundo para luego volver y quedarse a un par de kilómetros de su casa...no en casa de su madre...con ella.

Yo me fui al Ételbár del centro de Szentes a ver la entrega de los Oscar. Leonardo di Caprio ganó un premio. Una hora después recibí un SMS de Aelish: "Dice un tipo acá que tiene 400 millones en el banco. Es un pesado".


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